Podríamos definir a los sueños como una experiencia subjetiva donde se mezclan imágenes junto a sonidos y sensaciones. Todos estos elementos crean una experiencia que puede llegar a ser tan real que llegue a confundir a la persona, nos podemos despertar aterrados por un sueño o con vivencias que exaltan al cuerpo en la más gloriosa de las sensaciones.
Esta definición fisiológicamente hablando podría ser muy correcta, pero existe un gran número de personas que piensan que los sueños esconden algo más tras de sí. Un significado concreto, algún mensaje que en estado de vigilia no somos capaces de percibir, o una experiencia extracorpórea llegando el alma a salir del cuerpo.
En este artículo vamos a centrarnos un poco en las experiencias espirituales ya que hay una tradición antigua y universal acerca de la naturaleza de los sueños que ha perdido credibilidad en los tiempos modernos. Esta visión sostiene que algunos sueños tienen un origen divino, que son un portal a los mundos espirituales, y que pueden transmitir mensajes y visiones internas, incluso de carácter profético.
Los egipcios pensaban que los sueños eran viajes del alma que se producían durante el descanso nocturno; millones de personas en la India siguen pensando lo mismo. Existen textos antiguos que señalan que debido a estos viajes del alma los niños pueden soñar con impresiones de sus vidas pasadas, y los ancianos con imágenes de sus próximas encarnaciones.
Seguro que os ha pasado o conocéis a algún familiar o amigo que ha soñado que veía su cuerpo en la cama tumbado mientras dormía. Cuando tenemos una experiencia de este tipo no es que nos salimos de nuestro cuerpo físico. Lo que se desprende es nuestro cuerpo astral, que es el que posee nuestra aura o campo magnético. Con este cuerpo astral podemos ir a cualquier punto del universo. No hay nada de misterioso en esto. La mayoría de las personas lo hacemos todas las noches cuando dormimos. Investigaciones realizadas en los pasados años revelan que entre el 71% y el 81% de las personas estudiadas han visto sus propios cuerpos.
Lo cierto es que estas experiencias fuera del cuerpo o viajes astrales nos inclinan a creer que sí poseemos una conciencia que es una entidad separada de nuestro cuerpo y que puede existir sin éste, cuando dormimos, estamos en estado de coma, agonizantes o muertos. Esta conciencia también es capaz de ver, oír y sentir.
Por todo esto el trabajo con sueños es una aventura fascinante que nos conduce al autoconocimiento y nos permite entrar en contacto con nuestro espíritu.
Bueno y tú, ¿Qué opinas de todo esto? Crees en los viajes astrales, o en la separación del alma del cuerpo, o en definitiva como escribiera Calderón de la Barca “los sueños, sueños son”.
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