lunes, 10 de septiembre de 2018

EXORCISMOS A TRAVÉS DE LA HISTORIA IV

Caso Marta (Parte II)

Seguimos con la segunda parte de este interesante exorcismo de Marta, la cual habíamos dejado en la lucha contra el demonio Zabulón, y el estudio sobre este demonio que realizo el padre Fortea, recordemos que Fortea era el encargado de realizar este exorcismo.

Según dichos estudios este demonio ya había aparecido tres veces a lo largo de la historia. La primera en Ludón (Francia) en el siglo XVI. Casi todas las monjas de un convento quedaron poseídas por varios demonios que las atormentaban sin descanso. El jefe de los demonios era Zabulón. La segunda en la década de los 50`, en este caso el encargado de realizarlo fue el padre Cándido, el exorcista italiano maestro del padre Amorth. Y por último en el caso que nos ocupa.




José Manuel Vidal, periodista que investigaba el  caso, respecto del exorcismo en sí, relató que “presiento que el rito va a comenzar. Me siento, expectante, en el banco. El exorcista extiende su mano derecha y la impone sobre el rostro de la joven, sin tocarla. Luego, cierra los ojos, agacha la cabeza y susurra varias veces una plegaria ininteligible. Un alarido desgarrador, el primero, rompe el silencio de la capilla, penetra en mi alma y me pone la carne de gallina. No es humano. Es un chillido sobrecogedor y profundo el que sale de la garganta de Marta. Pero no puede ser ella. No es su tono de voz. Es ronco y masculino. El padre Fortea sigue rezando y los rugidos se suceden. Poco a poco, el cuerpo de la joven se estremece vivamente. Su cabeza se mueve de un lado a otro con lentitud al principio, con inusitada rapidez después. Entonces el padre le dice:
-”Sal, zabulón”


Ante la salmodia del exorcista, la joven gime y se retuerce sin parar. Al instante, el gemido se convierte en rugido desgarrador, altísimo, furioso. El exorcista acaba de colocar el crucifijo sobre su vientre y entre sus pechos, mientras la rocía con agua bendita. Patalea con tanta furia que el crucifijo se cae y la madre lo recoge una y otra vez y se lo vuelve a colocar de nuevo, mientras le acerca el rosario que Marta arroja a lo lejos, con furia. Parece tranquilizarse un poco pero, inmediatamente, vuelve a rugir. No hay un momento de respiro. El padre Fortea acaba de invocar a San Jorge y, al oírlo, la joven grita, bufa, pone los ojos totalmente en blanco, arquea el cuerpo y se levanta toda entera un palmo de la colchoneta. No doy crédito.

-Besa el crucifijo -dice el exorcista.
-No.
-Jesús es Rey.
-Assididididaj.
-Secuaz de satanás, estás en tinieblas.
-Assididididaj
-Estás haciendo mucho bien. Por tu culpa, mucha gente va a creer en Dios.
-No.
-Sal, zabulón, te lo ordeno en nombre de Cristo. Te espera la condenación eterna. No hay salvación para ti.
Mientras el padre Fortea sigue conminando a zabulón, las manos de la joven se han ido transformando. Son como garras. El exorcista arrecia sus plegarias y sus exhortaciones:
-”Hic est dies” (éste es el día) -dice el exorcista con el crucifijo en la mano.
-No -responde una voz ronca de hombre que sale de la garganta de la posesa, una preciosa chica de 20 años.
-”Exi nunc, zabulon” (sal ahora, zabulón) -repite el sacerdote.
-No.
-¿Por qué no quieres salir?
-Para servir de testimonio.
-¿De testimonio de qué?
-De que satanás existe.


Agotado, tras hora y media de lucha, el exorcista se levanta y sale de la capilla. Esto no puede ser una impostura ni un montaje. Hay que tener muchas agallas para dedicarse a esto. Y menos mal que los casos de posesión, según cuenta después el padre Fortea, son muy pocos. Él lleva cinco años ejerciendo y sólo ha tenido cuatro en España. Pero, mientras preparaba su tesis, asistió a otros 13 exorcismos. Se nota que tiene práctica: manda, templa, insiste y, con voz suave pero enérgica, tortura al diablo sin piedad. Con lo que más le duele. Siempre en nombre de Dios. No parece tener miedo alguno. Y eso que ya sabe lo que es ser atacado por satanás. Una vez, en un exorcismo, dice que el diablo le hizo sentir la misma sensación y el mismo dolor que el que lleva un puñal clavado en el brazo”.

El periodista José Manuel Vidal, en parte de su sorprendente testimonio, recordó que un momento del exorcismo, Marta comenzó a escribir en un papel. “Marta esta ahora tumbada boca arriba, con la cabeza hacia atrás y estira el brazo para llegar al folio. En esta postura es imposible que puede ver su propia mano escribiendo. A toda velocidad y, por supuesto, sin mirar al papel, la mano de Marta comienza a deslizarse por el folio. Si los gritos y la voz ronca te hacen sentir la presencia de zabulón, ahora, mientras escribe, se le siente todavía más cerca. Javier (Paredes, otro periodista) y yo no entendíamos bien lo que pasaba. Sólo oíamos las preguntas del exorcista, pero no veíamos las respuestas escritas. Cuando acabó el exorcismo, Fortea le entregó los dos folios a Javier, que obran en su poder. De vuelta a casa, ambos tratamos de reconstruir la escena. Fue entonces cuando Javier me hizo notar que las letras no se metían unas por otras: la escritura era clarísima y las tildes de las íes estaban colocadas perfectamente encima de la letra correspondiente. Los caracteres eran los propios de la letra impresa, no de la escritura manual. El diálogo oral-escrito, en el que el padre Fortea pregunta y zabulón responde escribiendo a través de la mano de Marta, dice lo siguiente:
-Quería desesperaros porque tenía refuerzos.
Con esa frase escrita, zabulón explicó el estancamiento del exorcismo que se había producido durante la primera hora.
-¿Qué refuerzos, quién ha venido? -pregunta el exorcista.
-satán -responde zabulón-, pero ya se ha ido. Y, a continuación, y sin preguntarle nada, vuelve a escribir: “Falta 1 persona”. Y subraya el “1″ varias veces”.


Con respecto a zabulón, algunos de los diálogos de este demonio desconcertaron al padre Fortea, sumiéndolo durante días en profundas cavilaciones. En una ocasión, de hecho, este demonio se refirió al famoso sacerdote español Josémaría Escribá de Balaguer (1902-1975), fundador del Opus Dei y cuya canonización fue muy polémica y cuestionada. Tomando en cuenta que la declaración de zabulón había sido dada bajo obligación en nombre de Cristo —la teoría eclesiástica del exorcismo dice que, si un demonio es obligado a hablar por el nombre de Cristo, siempre dice la verdad- el padre Fortea cuenta que “en un momento dado invoqué a varios santos. En mi oración en voz alta le pedí a la madre Teresa de Calcuta y a Josémaría Escrivá de Balaguer que nos ayudaran. Entonces aquella voz desagradable habló, cosa extraña pues casi nunca decía nada salvo que se le obligara a hablar. Pero en esa ocasión dijo “ella sí que es una santa (la madre Teresa de Calcuta), “él no” (Josémaría Escrivá de Balaguer). Yo le repliqué al momento diciéndole que estaba mintiendo. El demonio me dijo: “piensa lo que quieras, pero no es Santo”. Le dije que creía a la Iglesia, y si la Iglesia me decía que Josémaría Escrivá era Santo pues lo era, y punto. Y es más, quise comprobar el poder del nombre de Cristo y le ordené que dijera la verdad. Pero ante mi sorpresa, por más que se lo ordené se mantuvo en su afirmación sin ceder››.

Lo dejamos en esta parte. No te pierdas la tercera y última parte de este caso tan interesante y que promete sorpresas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario