Este 11 de Septiembre se cumplirán ya 18 años del mayor "atentado" sufrido en occidente.
Si se fijan entrecomille la palabra atentado. Lo hago por que sinceramente creo que si, que fue un atentado, pero no un atentado normal (si es que un atentado puede ser normal). Entiendanme cuando les digo que no es un atentado normal, ya que en este caso surgen varias particularidades que no suelen cumplirse en otros atentados.
Este horrible ataque al ser humano cumple ya la mayoría de edad, y aunque en los primeros años la mayoría nos tragamos la versión oficial, con el tiempo prácticamente ya nadie cree en ella. No me quiero extender mucho así que vayamos al grano con mi opinión. Estos ataques estaban perfectamente organizados por la CIA. Al Qaeda solo fue un instrumento, el brazo ejecutor de la administración Bush. Del mismo Bin Laden se dice que era agente de la CIA.
Prestemos un poco de atención a los siguientes datos. Siete semanas previas a la destrucción del WTC, Larry Abraham Silverstein, apuntalado por un caudal de inversionistas, firmó un contrato de arrendamiento por 99 años. Aún permanecen en secreto los nombres de tan sabios inversionistas que siete semanas tras su participación cobraron los colosales seguros por 3 mil 500 millones de dólares. ¿Coincidencia? ¿Aún no me cree? Bueno sigamos.
Según muchos expertos en física e ingeniería coinciden en que la forma en la que cayeron las torres no fue para nada esperada. De hecho sostienen que ni siquiera debieron derrumbarse, y que el fuego que se apreciaba desde fuera presentaba un color anaranjado intenso, típico de las voladuras controladas. Tampoco es para nada normal el poco tiempo que le llevo derrumbarse. ¿Por que se producen explosiones por debajo de donde se estrellaron los aviones?
Todo esto sin mencionar el claro beneficio que supondría para Estados Unidos y sus aliados, hacerse con las prospecciones petrolíferas de Irak. Podría seguir con datos y datos sobre este asunto, pero fíjese; el mundo ya no es igual que antes del 11 de septiembre del 2001. Los controles no solo ya en los aeropuertos, sino en cualquier tipo de frontera se han vuelto mucho más exhaustivos, hasta el punto de llegar a ser intrusivos en nuestra intimidad.
Increíble lo que un gobierno es capaz de hacer contra sus propios ciudadanos. Pero bueno, a fin de cuentas ellos ganaron, consiguieron lo que querían, ya que saben que el miedo justifica y bendice la mano dura. Que dios nos asista...
A Fornieles.
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